El proyecto resuelve el aislamiento del jardín respecto al casco urbano y su situación de borde urbano de accidentada topografía. Dos caminos, superior e inferior, que transcurren cruzados por senderos y acequias, entre el rumor del agua y los paseos de piedra, conectan en sus extremos el jardín y la ciudad, mientras una pasarela y un ascensor-atalaya lo hacen en vertical. El jardín se convierte en la transición entre lo urbano y lo rural, aprovechando la riqueza hidrográfica y geológica del lugar.
La recuperación paisajística va ligada a la actividad
social. Se incorpora un programa de usos en los edificios existentes
orientado a talleres e escuelas y a su vinculación con el
turismo local.